jueves, 28 de mayo de 2009

Tiempos de consumo y crianzas

En líneas generales, los vinos que se comercializan jóvenes (vinos del año o de segundo año, sin crianza) están concebidos para ser consumidos en un plazo breve de tiempo. Los blancos y rosados del año más ligeros mantienen sus cualidades durante el año siguiente al de su cosecha , si bien hay variedades de uvas que se oxidan con menos rapidez, pero no más de otro año. También ubicaremos a los espumosos en el grupo de vinos de consumo inmediato, al igual que los finos y manzanillas.

Los tintos jóvenes, así como blancos fermentados en barrica se pueden conservar entre 2 ó 3 años.

Cuatro años es el plazo medio de vida útil para el crianza, ocho o diez para los reservas y quince o más para los grandes reservas.

Hay que aclarar que esta “regla” presenta numerosas excepciones.

Los vinos de mayor extracto, elevada graduación alcohólica, buena acidez y bien dotados de taninos, gozan de una vida más larga, así como los que han permanecido durante más tiempo en barricas de madera. Ejercen además su influencia las variedades de uva, con sus respectivas tendencias más o menos oxidativas.

En los últimos años han aparecido los denominados los vinos llamados de autor o alta expresión, vinos que no poseen las clásicas etiquetas de crianzas, reserva o gran reserva, pero que debido a sus peculiares formas de elaboración pueden mantenerse en el tiempo de forma tan adecuada como los anteriores.

CRIANZA DE LOS VINOS

Distinguiremos dos tipos de crianza, la llamada oxidativa realizada en barrica y la reductiva, la cual se realiza en botella.

Se parte de un vino perfectamente apto para el consumo, pero con la posibilidad de ver mejoradas sus cualidades mediante el envejecimiento.

En la crianza en barrica la madera cede al vino sus valores aromáticos, a la vez que presta los propios taninos, que le dotan a éste de estructura. Está demostrado que la estancia de un vino en tonel retrasa su decadencia. El tiempo de la estancia en barrica es cuestión de equilibrio vino-madera.

La madera más adecuada es la de roble, y las más utilizadas son las de roble francés y americano, las cuales aportan diferentes sensaciones aromáticas.

Una vez sacado el vino de la barrica es embotellado y tapado, el vino se traslada a los botelleros, en las cuevas de la bodega, donde permanecerá en posición horizontal, provocando que el vino esté en contacto con el corcho, humedeciéndolo y dando lugar a un cierre hermético.

El vino que ha evolucionado bien en la crianza en madera, en la botella se afina y se redondea, se pule en el paso de boca y enriquece su aroma.
El proceso de crianza en botella puede durar en los grandes vinos muchos años.

Según el período de envejecimiento los vinos sometidos a crianza por el sistema de añadas, en proceso mixto de madera y botella, pueden llevar en su etiqueta diversas indicaciones (crianza, reserva, gran reserva …)

Como norma general:

Crianza : Total 24 meses (6 en barrica) resto en botella
Reserva: Total 36 meses (12 en barrica) resto en botella
G. Reserva: Total 60 meses (18 en barrica) resto en botella.

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